jueves, agosto 27

La revolucion en el aire

EL PULQUI II
Por un convenio celebrado entre los gobiernos de Argentina y de Gran Bretaña la Fuerza Aérea de nuestro país comenzó a ser equipa­da con 100 cazabombarderos "Gloster Meteor. La velocidad y poder de fuego de éstos ingenios superaban la performance del Pulqui, por lo cual se analizó la construcción de un nuevo modelo derivado de este prototipo‑ que safisfaciera diversas misiones de combate (interdicción aérea y apo­yo táctico), con velocidad no infe­rior a los 1000 Km/h. Se pensaba remplazar los "Gloster Meteor" ­IV con este nuevo avión nacional, que por sus características se aliñaba en la fila de los mejores que estaban operativos en diversas Fuerzas Aéreas del mundo.

Cuando se decidió el nuevo proyecto estaban trabajando en el Instituto Aerotécnico de Córdoba un grupo de técnicos aeronáuticos y pilotos alemanes que fueron contratados despues de concluida la guerra. Entre ellos estaba el internacionalmente afamado Kurt Tank que siendo ingeniero ­jefe de la industria Focke Wolff construyó uno de los cazas a hélice más eficaces y hacia el final de la lucha diseñó diversos tipos de avio­nes a reacción. Con los planos ela­borados inicialmente por Kurt Tank y la experiencia adquirida por el equipo argentino que dirigía el ahora Brigadier Juan Ignacio San Martín, se puso en marcha el proyecto "Pulqui "II En 1950 comenzó la guerra en Corea, donde se mezclaron en la lucha aviones a hélice y a reacción los primeros fueron al poco tiempo desplazados del cielo coreano (salvo los B‑29), librándose los combates aéreos en­tre reactores que se aproximaban a los 1000 Km/H. Esa era la velocidad, subsónica, de los aviones que estaban en la primera línea de la batalla si bien algunas experiencias como el Bell ­X1 habían superado al mach 1 .
Para lograr la seguridad de los materiales a utilizar en los aviones de tales características y probar los perfiles de diseño, también se de­bieron realizar sustanciales modifi­caciones en el Instituto Aeronáutico”. Se construyó un túnel de viento " que por sus características, era el más avanzado de Sudamérica y allí se probaron todos los compo­nentes del 'Pulqui ". De hecho, el primer prototipo quedo completa­mente destruido en estas pruebas, donde se establecieron las rigurosas condiciones que en vuelo (y en combate) tendría que afrontar la maquina.
Llegó por fin el día en el que el avión tenía que volar Nuevamente le correspondió a Edmundo Os­valdo Weiss (ya era capitán) al subir a la cabina para realizar el Primer "test" de vuelo. En medio del silencio general, Weiss se ubicó en el puesto de pilotaje y puso en marcha al avión la turbina que emitió primero un silbido que crecía de tono y expandía a medida que aumentaban las revoluciones hasta ser un bra­mido ensordecedor. Lentarnente el piloto fue soltando el freno y el avión comenzó a ubicarse en la posición de partida. la carrera de impulso y finalmente se elevo hacia las alturas. Se había tenido, nuevamente, éxito en una difícil empresa de alta tecnología La noticia sacudió al país y nuevamente tuvo eco en el exterior, ya que fueron difundidas características del nuevo avión argentino que que podría decirse eran las propias de un caza de "superioridad aérea en su época.
La presentación publica del I A e 33 Pulqui II se llevo acabo en el Aeroparque porteño el 8 de febrero de 1951. Estaba el Presidente de la Nación, Gral. Juan D. Perón, funcionarios, legisladores y el Cuerpo Diplomático Extranjero con los Agregados Militares de las Em­bajadas. Pero también se había re­unido una enorme multitud, deseo­sa de observar las evoluciones de un reactor argentino que arañaba la velocidad del sonido.
En los vuelos de prueba el Capitán Weiss superó los 1.000 km/h. Por precaución, el mando de la Fuerza Aérea decidió que en la demostra­ción la velocidad máxima sería de sólo 900 Km/h. A su solicitud, Kurt Tank que estuvo en el coman­do de la máquina.
El decolaje se realizó con norma­lidad y luego de realizar diversas maniobras que permitieron revelar la maniobrabilidad del avión, el Pulqui II inició una prolongada "trepada" hasta perderse en el firmamento. Todos, sin distingos de rango ni de país, habían seguido con interés las evoluciones y ahora bus­caban en el horizonte la silueta de la máquina, cuando de pronto ésta apareció en picada sobre una de las cabeceras de la pista y a sólo 50 metros de altura se estabilizó y recorrió la misma a 900km. La súbita presen­cia del bólido que a tan escasa altura, con rugido ensordece­dor y tan fugazmente pasó sobre el Aeroparque, produjo un estremecimiento colectivo y generó una ovación tan po­tente como el sonido de la turbina del "Pulqui" II. La capacidad del nuevo desarro­llo (sin duda también la peri­cia del piloto), constituyeron un espectáculo único, pues hasta entonces no se había realizado una exhibición se­mejante con un avión de cons­trucción nacional.

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